CIUDAD JUÁREZ
Tengo un arsenal de versos
para traficar en la frontera,
para bombardear las conciencias,
para arrasar la maldad;
un cargamento de palabras
que pudieran aniquilar la injusticia,
como artilleros
invencibles
en defensa del oprimido
pero a veces esa munición
salida del fusil inútil de la pobreza,
se vuelve pólvora mojada,
alas inútiles con las que huir
de un infierno prefabricado
por el abyecto e infame poder corrompido.
Así se me mueren entre los dedos
poemas, como
muchachas
recién asomadas a la primavera
y arrojadas sin remordimientos
al invierno de una
fosa desconocida;
letras de un corrido,
que alegraran una ceremonia,
se me queman en la palma de esas manos
que no acariciarán el vientre virgen
de una niña, que jamás será madre,
y el corazón de una madre,
que ya no abrigará a su niña.
Así se nos pegue la lengua en la boca
si hoy no levantamos nuestras voces
por los que acallaron o desaparecieron
o por quienes no tienen quien los escuche
así se me olviden las estrofas, los tesauros,
la música de la cítara y la guitarra,
si dejo de recordar tanta muerte gratuita,
la vergonzosa
impunidad de los canallas,
la sombra y el vacío
en tantos hogares de Ciudad Juárez.
Vengan a mí el valor y el coraje
que desde el otro lado del mundo
nos convoca y nos levanta
nos une y nos dignifica
ante esta horda maldita;
y que los devoren nuestra poesía,
nuestros cantos,
nuestras almas unidas
por la dignidad y el derecho de esas víctimas,
por la que la equidad y la razón, clama,
en esta hora, para recuperar
su verdad y su justicia.
Antonia Cerrato Martín-Romo
Badajoz, 18 de julio de 2012