https://docs.google.com/file/d/0B0ntleNLYPKrSDZ1Wm50V2VNdnc/edit
Alguna vez fuimos
ramas desgajadas de la encina;
pasto para las llamas
de esa hoguera infungible
que es la traición.
Y aquellas cenizas
vendidas al aire,
pájaros muertos,
nidos destruidos,
descendieron hasta la tierra
para convertirse, sin saberlo,
en abono para la herida quercus.
Hay que redimirse en ese ciclo,
convertir en circunferencia
nuestras esquinas,
como la sombra de la madre árbol
al que se nos injerta
por el perdón.
Alguna vez fuimos
reos de tala y poda
pero todavía podemos dar bellotas
y hasta ser chaparros
en esa dehesa altiva
que hoy nos juzga.
Derramar la savia,
acoger la ceniza
para convertirnos algún día
en refugio y solaz
de aves y peregrinos cansados
que bendecirán, al fin,
nuestros nombres.Antonia Cerrato Martín-Romo
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